Cierro
los ojos y busco tu cielo
porque
quizás me estés soñando,
con
gestos blandos
e
indefinidos,
temblando,
en
un vuelo fugaz hacia un sol que no veo
tan
anodino que no lo atrapo,
surcando
sombríos rincones de firmamento.
Tiemblan
las sombras, flotan en el velo,
y
el tiempo se escurre
entre
relojes que se quiebran sin compás
al
perderse de miedo en el sueño,
puertas
que tu alma abrió
con
las llaves secretas
que
se tornan deseo.
Bajo
las estrellas que nunca toqué,
se
esconde la Luna en un rincón de la fe
para
seguir creyendo,
cantando
el susurro de un eco que se fue,
que
al girar el viento
se
vuelve a perder
y
mi sombra danza, pero ya no soy yo.
Es
el alma que busca,
que
se pierde al andar,
trastabillando
las voces de un camino
que
me traiciona sin fin ni final,
en
un mar de orillas, etéreo e irreal,
tras
un brillo lejano que no he sabido alcanzar.
La
verdad me llama,
pero
me sabe a sal,
y
en cada paso hallo el fin de regresar,
se
quiebra el sueño,
la
noche se aleja,
la
Luna, invisible, me envuelve y me deja,
un
rastro de nada que en el alma se queda,
y
lo inalcanzable, te vuelve a alejar al despertar.
Fotografía de Gemma