domingo, 21 de abril de 2024

ELEGíA DIARIA


Amanece,
abre los ojos el día
al mirador de los colores
del que surgen aromas y olores
entre las caricias de su abrazo,
su destello crece a trazos
y las curvas aterciopeladas de su luz
hacen sentir la belleza que brota de tu pelo.

Crece la mañana,
empavesada
de un jardín que se abalanza
en el fervor cantarino de los pájaros,
dando paso a los trinos y chicharros
que sucumben al beso
mecido por una brisa suave
que rebosa el verdor de su palacio,
desperezándose el atrio de la luz
que despierta tu voz.

Es mediodía,
aterciopelada
engalanada de disfraces
y el silencio se colma de músicas fugaces,
con el talante que desgrana su calor
al grito de la fuente
goteando su fulgor
que cubre de risa la patena azul del cielo,
llenando el mundo con un loco resplandor.

Tarde adormecida,
serena quietud
de brisas que pierden claridades,
que irá atenuando sin tiempo el rubor
de las ventanas doradas apagadas por el estupor
entre los cánticos rezados
sobre los maleficios donde desafinan los ecos.

Noche caída,
soñadora
con los reflejos que el ocaso regala,
mientras la Luna se engalana
sobre los reflejos de agua
brotando de misterios
asomando al limpio y vivo crepúsculo
que cubre los pastos de estrellas vivas de temblor.

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