Los
sueños que no duermen
en
la vigilia se han derretido,
como
un fantasma sobre la nieve,
sin
un antes ni un después
entre
el aire descolorido,
aquel
en el que te encontrabas
a
la luz del día en el camino,
y
que, silencioso, ha huido,
donde
vi tus ojos
acariciando
los míos,
donde
el deseo jugaba
a
tenernos en vilo,
donde
note al amor
coqueteando
con los sentidos,
donde
la eternidad al vernos
temblaba
de envidia
y
tiritaba su frio,
y
al despedirnos
me
volví y miré
por
si tu hacías lo mismo.
Y
ya no quiero dormir
porque
el sueño
muchas
veces se pierde de olvido.
Fotografía de Gemma
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