Nos
cruzamos y todo se detuvo
dejando
de ser extraños en la acera,
tras
la esquina callada de la calle
te
miré sin que el mundo lo presintiera.
Desde
entonces,
te
pienso sin tiempo ni destino,
como
ideas que flotan sin materia,
desde
el alma que pende de un hilo
bajo
un cosmos que se rompe de miserias.
Y
así seguimos,
en
una ruleta que no frena,
buscando
un querer que no ha nacido
al
intentar traspasar lo prohibido
que
es una sombra de espejismo
para
ese amor hecho quimera.
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