Fluyen
ecos en mi sangre
de
un aura errante
en
la madera vieja de los bosques,
en
la sombra oblicua de la tarde,
en
los jardines lejanos donde mis ojos tornan,
en
los ríos dormidos,
en
el rumor de los pasos que ya no vuelven.
De
los rostros antiguos
que
en la penumbra flotan
vienen
aromas de aire perfumado,
luces
nuevas de soles limpios
y
trinos que despiertan
los
nombres desprendidos de los labios,
perdidos
en el aire tibio de la memoria.
Susurros
que deja en la rama la brisa,
hojas
que danzan con paso callado,
sombras
que juegan a los dados
besados
por un aliento ligero
con
el aire sutil que se desliza,
de
un cielo que bebe su azul pasajero
y
en lontananza su vuelo se despista.
Y
sin embargo algo despierta
en
el pacto secreto de las estaciones,
en
la tierra que respiran las voces,
en
el susurro de los pétalos,
en
la ola perezosa que lame la tierra,
en
la niebla que asciende y se va perdiendo sola,
abren
los ojos las estaciones.
Fotografía de Gemma
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