Sentado
sin rumbo
aún
oigo el murmullo
que
se eleva sobre la niebla
prometiendo
una sola cosa,
el
aliento sagrado de una caricia
llovida
en la comisura de un beso,
al
desvanecerse
como
un susurro entre tinieblas.
El
dulce sol atraviesa las nubes grises
rasgando
las costuras del aire
para
que uno de sus rayos me alcance
enredado
entre cortinas,
asomándome
entre el silencio
para
mostrarme
ese
latido que desciende por sus esquinas.
Las
flores son flores porque se marchitan
con
las suaves bocanadas del viento
como
fruto de su romance,
la
primavera se hace verso
al
entregar el alma
a
los colores de un latido intenso
que
hace preguntarme,
con
flores y primavera ¿Qué poema haría?
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