Es
posible que la poesía
nazca de un suspiro lejano,
de un cauce que se ha desbordado
con la sutil vibración de la vida,
como habitante de la sombra
que explora la caricia escondida,
dejada por un viento invisible
al tatuar la piel de una hoja
y que de silencio se olvida.
nazca de un suspiro lejano,
de un cauce que se ha desbordado
con la sutil vibración de la vida,
como habitante de la sombra
que explora la caricia escondida,
dejada por un viento invisible
al tatuar la piel de una hoja
y que de silencio se olvida.
Respira
lo inefable
para que se haga palabra,
para poder descorchar
el aroma de un verso
encendiendo una luz
que jamás se apaga,
al dibujar el reflejo
que trascienda mas allá del alma.
para que se haga palabra,
para poder descorchar
el aroma de un verso
encendiendo una luz
que jamás se apaga,
al dibujar el reflejo
que trascienda mas allá del alma.
La
poesía no se ve,
se presiente,
te acapara,
te colma,
enardecida por un fuego yermo
que con letras transforma
la vida en algo deseado,
dando voz a todo aquello
que se ve pero no se toca
y que como el faro de Alejandría
nos alumbra su lado inesperado.
se presiente,
te acapara,
te colma,
enardecida por un fuego yermo
que con letras transforma
la vida en algo deseado,
dando voz a todo aquello
que se ve pero no se toca
y que como el faro de Alejandría
nos alumbra su lado inesperado.
Fotografía de Héctor
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