Tras
agrietadas paredes,
entre
el todo y la nada,
viaja
mi alma insomne
rondando
tus ligeras pisadas.
Huellas
que hacen mi camino
ensanchando
mundos deformes,
sembrando
de charcos enormes
que
vibran como aspas de molino
en
los brazos de la noche.
Ese
océano opaco de negrura
que
reposa sobre las ruinas
dejando
su cielo vacío,
al
mojar con lluviosos ecos
los
brazos de tierna negrura
el
dolor ausente de tu cuerpo.

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