sábado, 17 de febrero de 2007

HERMANDAD

Siempre lloramos para olvidar el dolor, dejando resbalar las lágrimas que nos van arrancando la piel y abandonándonos desnudos ante todo. Buscamos alguna luz que nos acompañe en el vacío que nos queda en el corazón.
Nunca ha existido una segunda oportunidad.
Todo se cimenta en primeras y únicas experiencias de lo auténtico, nada se repite, todo se asemeja.
Las cosas están para ser saboreadas una única vez, las siguientes no serian más que paladeos de la esencia encontrada la primera vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Potoviano, mariconadas las justas..!

Bien chaval.