Cuantas mentiras
guarda la madrugada
al creer estar despierta
si se separa de la almohada.
Llueven sus notas
de silencios impresas
que abren sus ojos a la mañana,
saltan bostezos de vida
entre telas de araña
despertando a la confortable nada.
La Luna se ha revuelto
entre sus sábanas de gasa,
con un velo indeciso
perdida de incorpóreas nieblas
que le dan el color del nácar.
Los rayos de asombro
se cuelan de corazonadas,
sin tinta con la que manchar
cuando unos labios tibios
tiritan en su ventana.
Por vivir, lo he vivido
en cada madrugada,
soñando ese sueño imposible
por un beso aturdido que yo deseaba.