Se
acaba el tiempo
para oír
tu voz,
en el
lugar donde estamos
hay
que sangrar primaveras,
rasgar
el bullicio de las aceras
doblegando
el alma que ya no está,
colmar
de amor la pureza
con un
futuro que albergamos
asiendo
el mundo con las manos
y que el
llegar sea cosa nuestra.
Cayó
la voz del corazón
nacida
de sombra sin pena,
de los
momentos escatimados
llovieron
palabras de arena,
el
fuego que moja la paciencia
se apagó
por esa memoria terca,
cambió
su fantasmal existencia
por estertores
de madriguera
y jirones
de gotas frescas.
Baja
el telón del tormento
recogido
en ola de ribera,
el
querer que nunca quiso
naufragó
entre las venas,
chocando
de danzas estrelladas
con la
sed de la conciencia,
al
ansia de la hoja en blanco
se sumó
el apagón de tus latidos
y la
fuga gris de la existencia.
Perdida
luz de mirada
que recordar
quisiera,
imaginación
apasionada
de mi sueño
roto prisionera,
querernos
fue lo más sencillo
olvidar
fue otra cantinela,
sentimientos
crecidos de quimera
travesía
opaca de la vida
que
nos embarcó en la tristeza.
Fotografía Esther