Vengo de allí,
donde alguna vez o ninguna
sin decir nada, dijera,
de donde el sol se humedece
y de aquella lluvia que quema,
de la noche que perdió la Luna
donde las sombras nos besan.
Soy de aquella luz oscura
que mis manos aprietan,
de entre el miedo que no asusta
para que la muerte siga despierta,
entre deseos que crecen
de sueños que se alejan.
De un mundo sin palabras
entre gestos sin muecas,
donde los pasos no tienen huellas
y la puerta del alma está abierta,
donde juego a esconderme
para que el amor se divierta.
Vengo sin poder ir,
todas las veces y nunca
que aún todavía, quisiera,
donde voy para no quedarme
llegando al estar de vuelta,
en un universo inexistente
donde amar es lo que cuenta.
Foto de Concha Cardeña