Escribir el momento inconmensurable
en que a todos nos late de luz la
amanecida,
paciendo en los sueños como tripulante
del bohemio viaje que se hizo serendipia.
El corazón muere del sueño que no vive,
lo invisible existe, aunque no puedas
verlo,
escondido de amor sin quererlo existe
en partículas de soplos caídas del
universo.
Abriremos destinos ungidos de infiernos,
soñaremos caminos sembrados de versos,
infinitos instantes, paseos de lo eterno.
La vida dura tan solo unos momentos,
así fuimos, somos y seremos sueños,
rendidos entre sus dormidos intentos.
Fotografía de Pedro Garcea