Flores cosidas en el alma
querer ser para el nacido,
olor ileso y dormido,
despertando amor con el alba
sin jamás darme por vencido.
Colores impetuosos de la magia
sin límite cortado de siluetas,
olor a lápiz y hojas,
sonrisas dulces que donan gracia
al aire limpio que baila veletas.
Dársena pulida de la calma
para la luz serena de sombras,
olor de alfombras,
líneas acunadas en la palma
del nombre que nunca nombras.
Maleza seca de las sendas
palabras brotando sin sentido,
olor ciego y perdido,
cerrojo oxidado en las tiendas
que abre con un solo latido.
Pétalos escritos que cuentan
en un corto verso angustiado,
con olor a pecado,
que las letras que lo alimentan
son de un pobre corazón enamorado.
Fotografía de Pedro Garcea