Recogedme
en Octubre,
pero,
solamente,
se
começase a chover.
Imagina,
que
el viento viaja al revés
y
que en lugar de irnos siempre volvemos,
que
lejos rila un haz de luz sepultada
bailando
con los restos de una Luna enlutada
al
marcar las huellas cinceladas en el suelo.
E
imagina,
que
el viejo tiempo descansa
amodorrado
por un mar de silencios,
que
cerca tiritan las sombras del fuego
al
saberse miradas por ojos ajenos
para
encender y encenderse sin freno.
Entonces
me levanté y me sorprendí,
de
que mi sombra
se
levantara conmigo.
De
fresa era mi dolor,
de
caramelo mis sufrimientos.
El
niño que llevo dentro
me
grita:
recogedme
en octubre
o
mejor en febrero.
Soñando,
como
pudo ser
soñarse
y soñarnos sin sueños,
dando
luz a la soledad, observando el crecer,
aprender,
notar, amar, encontrar, saber,
volar
en otros para subir y comprender
lo
que nos dice la lluvia al llorar.
Y
soñar,
con
llenar los vacíos
de
los colores que pinta el cielo,
pues
en otoño termina el tiempo
cuando
la prisa te venga a recoger
para
dormido compartir el destierro.
Así
que, recogedme en Octubre,
pero
tan solo, solamente,
se
começase a chover.
*A
pachas con D. Pedro Garcea (Dr. en Literatura y en la Vida)