Habitar las palabras
que retozan dentro de mí,
unas calladas,
otras que hablan
cegadas por la luz
de la existencia oscura,
las más sosegadas,
esas que bailan
con la quietud
de una rota cintura,
unas siesteras,
otras que saltan solitarias
vacías de los ecos
que engalanan la fortuna,
las que vuelan,
las posadas
en mis ojos cansados
entre poses de cordura,
las olvidadas
o que se olvidan
entre gestos de amargura,
las que guardan
todas sus letras con dulzura
y que resbalan entre mis manos.
Y jugar con ellas
a recordar las que perdí,
las que mueren
borradas por el viento,
las que siguen viviendo en mí,
las que se esconden
tras sus trémulas sombras,
las que me encuentro,
las dadivosas
que se regalan sin tiempo,
las que no se escribieron,
las nerviosas
escuchando los silencios,
las escandalosas,
las impacientes
que no pierden la paciencia,
…pero sobre todo
las que te nombran
y que con solo un pensamiento
me hacen pensar en ti.