El
agua clara me lleva a la espera
y
los restos de luz
al
atardecer de un olvido,
mientras,
sigo
dormido
percibiendo
que no veo nada
entre
los bastidores de la mirada
que
en la orilla del mar se han hundido.
Persigo
al viento que amaina el fuego
y
a la fe que verdades
no
contiene en sus libros,
entonces,
tiemblo
aterido
antes
de perder el equilibrio
entre
los sentidos de un sol sombrío
que
ayuda a la lágrima a fugarse de mi mente.
Acampo
en el tiempo de la mala memoria
con
el filo de las emociones
acudiendo
a la señal que me previene,
después,
trasiego
soñando
en
un goteo de latidos que me detiene
frente
a la traslúcida figura de tu sombra
que
aparece con las nevadas de Noviembre.
Llueven
las gotas deshilachadas del silencio
donde
sus costuras navegan
sobre
las jarcias que la hacen vivir,
luego,
comienzo a escribir
palabras
ligeras como las brisas
que
liberan a las empavesadas sonrisas
con cada momento que me haces sentir.