Hay
una imagen
reprochándose
a sí misma,
por lo
que ve, por lo que ha visto
y por
lo que imagina,
está
perdida en los rostros
inscritos
con latidos
a la
espera de unos ojos
que se
miren a sí mismos.
Hay un
cara a cara
tras ese cristal de infinito,
por lo que no ve, por lo que no ha visto
y por lo que nunca imaginó,
dejando los sueños rotos
resbalando de abismos,
junto a los deseos perdidos
que no son y nunca han sido.
Llueven
los reflejos
sobre la patena del destino,
salpicado el horizonte de espejismos
por lo que han de ver
al romper con rayos el cristalino
donde se cuartea la piel
con lo que será, con lo que es
y con lo que ha sido.
tras ese cristal de infinito,
por lo que no ve, por lo que no ha visto
y por lo que nunca imaginó,
dejando los sueños rotos
resbalando de abismos,
junto a los deseos perdidos
que no son y nunca han sido.
sobre la patena del destino,
salpicado el horizonte de espejismos
por lo que han de ver
al romper con rayos el cristalino
donde se cuartea la piel
con lo que será, con lo que es
y con lo que ha sido.