Mirad
a las bocas
sin
juzgar las palabras
que
sean los gestos
los
que hablen sin letras,
que
el eco de sus risas
no
sea olor de fresco llanto
ni
tan siquiera un quebranto
que
os provoque la fatiga,
acercad
los labios
que
resbalen solos
entre
roces sedosos
de
cuerpos aislados,
que
se busquen a tientas
como
busca el adjetivo
al
sustantivo furtivo
testigo
de vuestras proezas,
buscad
en el beso
el
toque de vuestras almas
que
la voz estalle las calmas
dormidas
en su embeleso,
acabad
con los desprecios
y
paseadlos por caminos
andando
los eternos dominios
donde
pacen los silencios,
vestid
sus semblantes
con
el traje del aroma
en
el único idioma
que
conocen los amantes.