Vieja madre
tejida bajo el manto de la noche,
la muda ante el desprecio,
la que atesora tu vida
sin necesitar nada,
la de un mañana sin alba,
la que abusa del gesto
de los que existen y no hablan;
esa que de rostro carece
que se apaga de silencio,
viajera de ningún lugar
que busca y siempre halla,
la aspereza de las sombras;
dominadora ante el desprecio,
oquedad sin palabras
reina sin misericordia,
inexcusable, eternidad rota,
la que espera y calla.