Superficie descarnada,
equilibrista,
sin alas,
fuerza con piel
donde la escacha resbala,
trono resbaladizo
cuna del agua,
repetitivo esbozo
de un cántico que abraza,
con gaviotas, velas y nubes
que de horizontes descansa,
en la serenidad y el sosiego
entre piedras a la deriva
de una dormida calma.
Colmado de amaneceres
resbalando nerviosos
sobre estelas de caspa,
fugitivas espumas
con el don del aire
de carne onduladas,
estrofas con ecos
por tormentas desatadas,
en recuerdos borrados
de caricias blancas
donde la tierra acaba,
baladas de caracolas
que de vaivenes son envueltas
por arenas de ritmo coronadas,
al borrar sus huellas las olas
y de estrellas que en el cielo estallan.
Y la nostalgia aburrida
se disipa en las horas,
sujeta a su espejo de sombras,
con cuerpo leve y sutil
de recuerdos que empapan.