El
viento de la pereza
despierta
con alegría
matando
de risa
a
la oscura tristeza,
y
los sueños se pierden
entre
arrugados cuentos
atusados
por los tiempos
que
con la edad se impacientan.
El
canto nítido del aire
suelta
su copla insolente
desnudando
el presente
de
sus ridículas miserias,
y
la vida bosteza
con
gestos que salpican
de
muescas que tiritan
desprendidas
de su grandeza.
Suelto
el ronco bramido
recorre
la dormida estepa
con
el insistente eco que increpa
a
las reinas de la impureza,
y
su corazón se calienta
sobre
el cráter mas profundo
haciendo
posible un mundo
repleto
de pura belleza.
Fotografía de Esther Rivera
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