Cuando me desato de pasión suelo ponerme a buscar corazones, cada uno latiendo sus pasiones en los fondos estrellados de Luna, enamorando a su paso la historia con emociones y creando el iluminado universo de la verdad.
Adormecidos mares de olas espumosas, mecen mis sueños, en mareas de volcanes sumergidos en los mundos congelados de estrellas, donde bailan sus danzas las palabras y cuyos pétalos, florecidos, han creado lomas de paz.
Suelo encontrar infinitos, que su vez guardan otros infinitos, esparcidos por las praderas que les cobija, donde continuamente se chocan las almas solitarias, perdidas en las medidas del tiempo sin dejar de sentirse, con cada estrella que estalle a su contacto.
Intento aprehender la fulgurante luminosidad que recorre cada cuerpo, durante los instantes de derroche de los sentidos, ahogándose en un océano de sentimientos que hace palpitar sus vidas, con el frenesí y la fortaleza de una tormenta de viento.
Oculto sigo viajando por el intemporal e interminable universo pasional, encontrando sueños de poetas, deshaciendo los nudos del cansancio, rellenando de rincones los recuerdos, amores desnudos, que se buscan en cada uno de los instantes en que lo invento.
Porque cuando me quiero dar cuenta, se escucha que la vida te presenta razones para llorar, que su eco pide que demuestres que tienes mil y una caras, canciones abandonadas gritan de sus gargantas llorosas, que la bestia del amor de nuevo ha vuelto.
Existe en la vida y es el sueño, un regalo de infinitos momentos entre lo iluso y lo imaginario, que te acompaña silencioso por estepas del espacio, ruidosos cascabeles que te tiemblan en las manos y esparcidos aromas tatuados, que te ilusionan del espanto .
Asisto excitado a la creación, al nacimiento de ese salvaje sueño, que en nuestra amistad se formó, la feliz plenitud de un instante, el de tu encuentro, bendecida constelación.
