Llegas impregnada de viento
que me acaricia como si nada,
rodeándome con tu mirada
para dejarme rendido en tu vuelo,
ingrávida para posarte en mis manos
de arenas secas como un desierto,
e incautas como un mundo incierto
marcando mis horas tras los años,
amerizando de espuma sin velo
sobre suelo por el que la vida pasa,
sosteniendo los tejados de su casa
con las lágrimas de un falso anhelo,
te acercas casi como te alejas
bailando al ritmo de las hadas,
haciendo de los pasos zancadas
con danzas que invocan los sueños,
nutres con sedas de palabras
anidando tan ligera como la paja,
letras con que el poeta trabaja
dando a las voces tu pensamiento,
y te marchas un mundo más lejos
sintiendo que todo se apaga,
haciendo que de todo me deshaga
para convertirme en tu adepto.
que me acaricia como si nada,
rodeándome con tu mirada
para dejarme rendido en tu vuelo,
ingrávida para posarte en mis manos
de arenas secas como un desierto,
e incautas como un mundo incierto
marcando mis horas tras los años,
amerizando de espuma sin velo
sobre suelo por el que la vida pasa,
sosteniendo los tejados de su casa
con las lágrimas de un falso anhelo,
te acercas casi como te alejas
bailando al ritmo de las hadas,
haciendo de los pasos zancadas
con danzas que invocan los sueños,
nutres con sedas de palabras
anidando tan ligera como la paja,
letras con que el poeta trabaja
dando a las voces tu pensamiento,
y te marchas un mundo más lejos
sintiendo que todo se apaga,
haciendo que de todo me deshaga
para convertirme en tu adepto.
Fotografía de Pedro Garcea
1 comentario:
Mi cuerpo tendido sobre el aliento de la tierra, ensombrecido por esa luz que se distancia -mariposa de incontables lunas-, mirándote decrecer por el corredor de la ausencia.
Renée Ferrer
Tu poesía da color a los ojos como las bellas alas de las mariposas dan color al cielo.
Un beso desde mis Amanteceres.
Publicar un comentario