Hondean las velas
de Alegre y Triste,
copulando en un mar de
terciopelo,
roncos bramidos
que al viento resisten
dando alas a su vuelo.
Partiendo en jirones la
bruma
navegan con vida de
polizonte,
combaten bravos
contra la espuma,
en busca de un verso
vacío
en el horizonte.
Sortean la bastedad del
cielo
inundando de luz el poniente,
perdiendo los ojos en las
letras
de los fondos donde mueren
la armonía de una ola
profunda
y la quebrada panza de un sol naciente.
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