Hoy
la mar descansa
en
la mirada de un marinero
que
de su ritmo es prisionero
como
la barca del ancla,
sobrevive
a las tinieblas
que
su profunda mandíbula cela
al
fundir la sombra con la vela
creando
una oscuridad clara,
el
sol no se transluce en ella
tan
solo lame con sus reflejos
la
piel de espuma de sus espejos
que
bailan de orillas en sus aceras,
transita
con la fe del hombre
y
acampa su inmensidad acerada
sisando
a su soledad acompañada
la
fatiga de su ira sin nombre,
llueve
sus lágrimas de pena
entre
nerviosas olas de pasión
que
entonan los ecos de la ilusión
cuando
todo su cuerpo se envenena,
traga
la felicidad en su alhacena
si
se incumplen todos sus deseos
ahogando
con las mareas de los besos
a
una
Luna que brilla
dulce y serena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario