Persigo
famélico
la
eternidad única
de
un verso,
buscando
las letras
de
unos labios jugosos
y
las caricias húmedas
bajo
un cielo ceniciento,
yendo
tras el deseo
de
calmar la desazón
tras
escenarios inciertos,
rozando
el éxtasis roto
por
unos ojos ambiciosos
que
llevan la marca roja
con
la que sangra el viento,
amamantando
el frío del alma
acampado
en un desierto,
del
rocío temprano
que
llueve la ausencia
con
el hambre en el cuerpo,
mendigando
el aire
que
revolotea de los sueños,
por
no saber tenerte cerca
perdiéndome
de lejanía
entre
las nieblas de un recuerdo.
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