Tus
palabras
me
dejan plana el alma,
sin
paréntesis ni comas,
sin
puntos suspensivos
que
abran una ventana
a
la esperanza.
Se
me escapan
raudas
las exclamaciones,
que
fueron admiraciones
haciéndose
lejanas,
porque
siento el hambre del amor
al
faltarle acentos a tus palabras.
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