Palabras
y algo más
escritas
sin pensar
brotando
sin querer
sintiendo
perder el sentido,
sin
poderse esconder,
como
la flor que no puede ocultar su color,
como
el lobo que recita su aullido,
como
el río que no deja de correr,
como
el árbol que regala su sombra sin hacer ruido.
¿Dónde
irán?
¿Qué
manos los sostendrán?
Al
labrarse por la pluma
iniciaron
su periplo,
hicieron
las maletas
dejando
su escondrijo
al
encuentro de unos ojos,
ojos
que abrieran sus bocas
para
arrancarles los sentidos.
¿Quién
los encontrará?
¿Qué
garganta los recitará?
¡Marchaos
de mi, idos!
Buscad
otros poemas
o
páginas en blanco de libros,
los
colores de la flor,
los
ritmos del aullido,
la
carrera del río,
o
la sombra del árbol que os den cobijo.
¡Haced
amigos!
Cada
vez que acabo un verso
y
la tinta se seca
comienza
mi despido,
al
saber que no estabais destinados
a
quedaros conmigo,
aunque
forme parte de vuestro universo
ya
sabía
que
no era yo vuestro destino.
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