Cuando
nada se teme,
cuando
nada se espera,
una
brisa errante susurros lleva,
de
un ayer distante
con
sombras que me pueblan.
A
una Luna pálida mi alma mira
y
su luz callada de tiempo suspira,
sobre
campos de una eternidad
con
una luz besada por danzas serenas,
que
las suaves sombras mueven
cubriendo
de pastos la soledad entera.
Un
camino se esconde
perdiéndose
entre nieblas,
los
ecos se tejen
y
hondos laten de rumor callado
al
caminar desandando lo andado
para
reiniciar la vuelta.
Mirando
al viento
rebusco
en su agitado brazo,
sendero
arriba,
camino
abajo,
ese
amor que crece y no muere
y
que con la brisa me llega.
Fotografía de Concha


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