No he temido nunca a los sueños
silbados por los labios del viento
que echan raíces en las bocas del hambre,
ni a las lenguas secas por la sed
que abaten sus alas sobre las luces del tiempo.
No temo, no puedo.
No he caído aún en pétreos guijarros
que el destino de corazones atrapados
bebe de lava roja quemada por los deseos,
ni en las venas que hierven lo que siento
en el angosto pozo donde fueron amontonados.
Caí y me levanté.
No he olvidado jamás la tinta que se marchita
velando la vida de los apasionados versos
escritos en oleajes de palabras y desencuentros,
ni de los instantes que caminan cada momento
que se quedan en colores acariciados por unos besos.
Los vi y pude.
3 comentarios:
Te leo hoy, justo cuanto me siento débil emocionalmente, incluso me atrevería a decir: derrotada.
Te leo y débilmente me haces recordar, que sí puedo.
Gracias.
Saludos afectuosos
Estoy totalmente de acuerdo con suspiros... Precioso poema que inspira valor y perseverancia.
Un saludo desde la Costa del Sol.
Siempre se puede,sólo hay que desearlo con el alma...
Precioso
Un Besazo
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