Te respiro
en tintas que no laten
de leves mundo frágiles
que hacen tempestad del silencio,
sobre los borrones de colores
que llueven por las hojas
desmelenados, fieros,
donde lucho por encontrarte
entre las sombras forjadas
de una cuartilla sin suelo,
persiguiéndote con lápices
que nunca pisan la tierra
colgados de un parpadeo,
más allá de las letras
donde deambula mi vida
errando con las níveas nubes
que lentas adornan el cielo,
líneas que portan voces
unidas a los hilos que atan un verso.
Atrapo tu aire
en desérticas lágrimas negras
sueltas de unos ojos hambrientos,
encendidos al buscarte
en las miradas del viento,
abriendo las sombras
con la luz de lo que escribo
al acantilado del pensamiento,
mucho más cerca del olvido
que de un pálido recuerdo,
elevándome a la cima de los sentidos
haciendo crujir la sencillez del sonido
con la infinitud del tiempo,
arrastrado por un sueño perdido
y sin percibirte aún te respiro
porque en el aire vuela un te quiero.
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