Si lloviese en mi alma rendida
sería invisible a la muerte,
que despistada se iría
juramentando su suerte.
Y llegaría a rozar tu cielo
sin el miedo a perderte,
con el sigilo de la sombra
asomaría en tu vuelo
para abrazarte muy fuerte,
amamantaría con versos
al descuidado presente,
remando entre las nubes
que llorando de tinta
de estrofas riesen,
en letras de universos descalzos
sobre virutas que nunca fenecen,
acercándome a tus pasos
con el gemir del viento
para que con besos despiertes.
Si en mi alma lloviese
dejaría de estar inerte,
saltaría sobre los charcos
la alegría que siento al verte.
Fotografía de Esther Ribera
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