tan ajeno,
tan caminado de años.
Envuelto en un sudario
roto, arrugado,
con pómulos gastados
de palidez amortajados,
de cuerpo cansado
y ojos sin fe.
He descubierto
que tras el cristal hay otro
que me ha mirado
y no sé quién es,
una forma inquieta
alguien que palpita
fuera de mi,
que me mira
de mudo asombro
sin poder salir.
Hoy he visto mi rostro
tan ajeno,
que no reconozco quién fui.
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