Procuro que no se den cuenta
de los dardos que lanza mi ansiedad,
cuando escupo sombras de oscuridad
entre las voces que me cercan,
mi alma que a ti se acerca
disuelta en la delicia
de este rayo que no se apaga
y que no me habita,
lo que mi garganta recita
para decir que te quiero
no contando las veces que te espero
en el albergue de la vida
con la noche colgada de un lucero,
resistiendo a la sonrisa
que despunta en la piel de la alegría
perdida sin poderte besar,
rebuscando en lo etéreo
esa luz que se hizo sangría
sujetando el paso de volar
al llevar el galope del encuentro
viéndote pasar,
embadurnado de estrellas
habito en un oasis desierto
entre sueños de soledad,
sintiendo que con el día
muere mi alma y mi paz
hasta que unos inertes versos
te vuelven a recordar.
¡Que no se den cuenta,
que no se enteren
lo que grito sin cesar!
de los dardos que lanza mi ansiedad,
cuando escupo sombras de oscuridad
entre las voces que me cercan,
mi alma que a ti se acerca
disuelta en la delicia
de este rayo que no se apaga
y que no me habita,
lo que mi garganta recita
para decir que te quiero
no contando las veces que te espero
en el albergue de la vida
con la noche colgada de un lucero,
resistiendo a la sonrisa
que despunta en la piel de la alegría
perdida sin poderte besar,
rebuscando en lo etéreo
esa luz que se hizo sangría
sujetando el paso de volar
al llevar el galope del encuentro
viéndote pasar,
embadurnado de estrellas
habito en un oasis desierto
entre sueños de soledad,
sintiendo que con el día
muere mi alma y mi paz
hasta que unos inertes versos
te vuelven a recordar.
¡Que no se den cuenta,
que no se enteren
lo que grito sin cesar!
Fotografía de Gemma
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