Cruzo un desierto
abonado con tu nombre
y ahíto del hambre
por un libro abierto.
Pierdo las sandalias
entre la tierra y el
cielo
de un vacío incierto
donde duermen los
saberes.
No me quedan letras
para leer el firmamento,
solo el afán sediento
por cumplir con los deberes.
Desnudo por dentro
lucho con una hoja en
blanco,
para que no se note que
ando
de poemas hambriento.
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