Hablo de una sombra clara
que amenaza de color triste,
de los largos ríos del cansancio
y su pálido recinto amortajado
donde el todo y la nada
se funden de frondosos espacios.
en los nublados sueños de los deseos,
abriendo las costuras del viento
con lágrimas que se cargan de besos
mareando las alturas cercanas
de las distancias que marca el tiempo.
entre restos de rincones espesos,
un olvido que se deja olvidar,
esa superstición solitaria
que se comparte en el trato
de unos comprometidos versos.
donde dijimos haber cambiado,
del instante que no ha pasado,
de no saber, de no reconocerse,
de tener que confesar
que nunca has sido el afortunado.
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