con la pasión del
cobarde,
contra la figura de la
avaricia,
ante la carcajada del
infame,
y he fingido el cuento
del que bien quisiera
olvidar lo vivido,
añorando la tarde
de un amor inocente que
conociera.
Esa alma blanca
de un tardío empeño
que llenó de espuma los
mares,
acabando con la meta
al lanzar un señuelo
que alcanzara horizontes,
encontrando el aliado
que se retó con los
dioses
para derribar sus fronteras,
cruzando el desierto
descrito en el pañuelo
y encontrar su puerta
secreta.
Y al terminar el combate
quisiera escribir el
sueño
que pudieran ver las
palabras ciegas,
despojarme del enjuto
uniforme
y que la noche en el
silencio se rompiera,
atraer el canto sin
llamarlo
para que entre liturgias
de nubes
bailar la balada del
viento
que se precipita en la
tierra.
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