miércoles, 20 de diciembre de 2023

EL SILENCIO DEL RELáMPAGO


 
La enhebradora de silencios
corría más rápida que el eco de sus latidos,
extrañada por la súbita conversión
del amor en una bestezuela dulce y amarga
que hace que todo lo inútil tenga sentido,
cubierta con la voz del trueno
y nacida en el silencio del relámpago,
veía como se descosían los abrazos
en la certeza de un momento
pero sin terminar de desvanecerse
entre la ternura de unos labios.

Mi mundo caía en la edad
de acorralar cada uno de sus cielos,
inmerso en un laberinto de sueños
mercadeados por una fe sin consuelo
para terminar viajando sobre vagones aparcados,
en tiempos de los te quieros a destiempo
envuelto de espinas hirientes hechas sombrajos,
volando sobre salpicadas espumas sin rumbo
donde las nieblas juegan a esconderse
hasta que se disipe en un instante
al dejar de doler el olvido y hacerse recuerdo.

Creo en esa bestia que acaricia y araña,
a la gesta de superar la maraña de la desconfianza,
en poder discernir entre rasguño y herida
y en aprender a curarlas,
creo en sus luces y sombras
y no porque ahuyente a la soledad malcriada,
creo en el colapso de sus latidos,
en su lluvia inesperada,
aunque me susurre que estoy en la edad peligrosa,
creo en ese misterioso animal
que nos devora la razón y el corazón
porque yo lo he sentido y lo siento
con su ternura y con sus garras.


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