domingo, 20 de octubre de 2024

NIDO DE áNGEL


I.
Tras tiempo sin lágrimas
en ocasos y albas,
descerrajo las nubes
abriendo la nada
y despliego las alas.

¡Miro! Y mis ojos
ven tierra y mar
entre luces rutilantes
que a la piel del sueño
con caricias engaña.

Vestido de mundo
y sin sandalias caigo,
esperando la carta
que de negros vapores
llueva su escarcha.

Firme y terco,
bajo para romper cadenas
haciendo luchar al hombre contra el viento,
colérico y fiero,
entrando a liberar cárceles
y hago que el pecado apague sus fuegos,
sereno y sincero,
camino para salvar la verdad
que el humano trasformó en desasosiego.

Y en acabarlo todo
regreso, a la espera
de recibir alabanzas,
con los sueños entornados
entre albas y ocasos,
yo soy el ángel.

II.
¡Miradme! Soy yo,
esa estatua sin nombre
y cuerpo de viento,
con nubes por tierra
y un alma de fuego.

Siervo de la certeza
que retoza en el sueño,
pendiente de una espera
y de un anhelo.

¡Oh anhelo! Frío lugar,
frío deseo, frío abrazo
que ansía el cielo,
poder batir alas
por el mundo abierto.

Y con la piel de la nada,
iracundo y aburrido,
tras un alumbramiento
caer de luz en un derrumbe,
¡Miradme! Soy yo,
tan solo un sentimiento.

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