Dedicado a todos los que vivieron la DANA
Eres
tú, como te nombres,
de
tu cielo llueve, llueve cielo,
el
que cubren las nubes,
el
que ahoga el suelo,
el
que levantó el levante
para
maldecir la sed del viento,
arrancando piel a la tierra,
quebrando
las ramas del miedo,
pero, sobre todo,
revuelves
mi pecho
obligándome a enterrarte en el silencio,
y
a todo esto
tiene que parecer que no te quiero.
Me
arde la piel
con
cada golpe que asesta tu infierno,
me despierta tu eco
que
rechazo y arrastro
como a un animal herido y temblando
huyendo
de un incendio,
con tus vientos rugiendo
golpeando
el vientre de las aguas
y
su espuma rota en las riberas
desfigurando
el mundo entero,
arrastrando
y hundiendo,
aunque me quiebre, aunque me hundas,
levanto
la cara y me trago el orgullo,
y
en todo esto
tiene que parecer que no te quiero.
El
cielo se abre
en
un grito negro,
y juro que enterré tus besos bajo el fango
que
dejaste en tu encuentro,
que quemé tu rastro,
que
borré mis pasos en ti,
pero tus lágrimas…, malditas
lágrimas,
se llevaron hasta el último eco,
y si vinieras
a buscarme
me
ahogaré en mi propio entierro,
siendo
el que se quede aquí, en silencio,
sangrando aún por quererte
y negarte,
y
ante todo esto
aún
tiene que parecer que no te quiero.
Ha
salido el sol, no quedan nubes,
pero
me sigues lloviendo por dentro.
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