Me
encontré con un suspiro acaramelado
encaramado
en la fuente de los deseos,
tentando
de aventuras a unos besos
que
jugaban en la acera de mis labios.
Después
encontré unos ojos mirando
con
el verde de un mar sereno,
explorando
la piel del desenfreno
al
encontrarse con tus pupilas brillando.
También
encontré una caricia enajenada
envuelta
en una tosca nube viajera,
volando
en un cielo de locura ligera
entre
las sábanas de un viento atado.
Y
descubrí unos abrazos que estaban solos
girando
aburridos en una vieja noria,
buscando
en las alacenas de la memoria
quien,
sin querer, los dejó olvidados.
Y
al tropezar con el desorden acumulado
me
encontré con tu piel cubierta de rocío,
con
las alas del alma arrullada en el vacío
que
llenaba de caricias todo lo amado.
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