Camino ciego, sin saberlo,
dejándome ir, cayendo,
al mojar la máscara del olvido
con las gotas dulces de unos latidos,
a la espera de una señal
que juegue con los sueños
cuando lleno de versos
los mares de un vacío.
Respiro en la espera
boca abierta, resurgido,
para cambiar de sentido al viento
oxidando las agujas del tiempo
al trocar las cosas etéreas,
como las lágrimas de alivio
que se amontonan curiosas
en el fragor de un suspiro.
Silbo a la noche, al mundo,
con el alma vieja, moribundo,
para mostrar el viejo sello
resguardado del inhóspito miedo
al sentirme sin ti perdido,
dejando para mañana
oír la deseada llamada
para vivir lo que he sido.
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