Llevaba tiempo sin oír el eco de mis latidos.
Caminé
mucho con los tiempos atados
por
lo que perdí el sentido.
Y
tras soñar con la brisa de un ocaso
pude
verme libre sin camisa de fuerza,
acababa
de darme cuenta de que otra vida partía.
Al
despertar comprobé que el sueño se había hecho tierra.
Hoy
vuelvo a oírme latir con la mañana cuando despunta,
hoy
el tiempo ya no me resta.
Fotografía de Esther Rivera
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