"Todavía en sus ojos yacen las violetas"
EMILY DICKINSON
Todavía en sus ojos yacen las violetas
al llorar por un sueño que se fue lejano,
encastrado en el gaznate sediento
bajo el seco resplandor del silencio
que su alma dejó abandonado.
al llorar por un sueño que se fue lejano,
encastrado en el gaznate sediento
bajo el seco resplandor del silencio
que su alma dejó abandonado.
¿Qué me queda de esos labios tan callados?
Hundida en el tintero de la pena
supura la imagen de la inocencia,
con palabras de pluma y tinta
hechas con lágrimas de ausencia,
hechas de recuerdos aún no olvidados.
¿Qué nos queda de los sueños que fraguamos?
Recuerdo aquel amor eterno
que me quiso hacer creer en la esperanza,
compartiendo su luz empoderada
para beber con la ansiedad de las ganas
del agua caída de un roto cántaro.
¿Qué pluma me servirá para coser sus trazos?
Contando los instantes uno tras otro
paciendo en la alfombra de tus ojos,
cae la abulia de los momentos,
caen los impulsos sin ecos
a la sombra de los sueños morados.
¿Qué nos queda? ¿Tú lo sabes? Yo tampoco.
Secando las despedidas al viento,
las cenizas de nuestros fantasmas
vuelan en balbuceos sin confianza
despeñándose por nuestras espaldas
hasta el fondo de unos charcos.
¿Qué será de nosotros sin nosotros?
El tiempo camina de puntillas
irreverente, grosero, inexorable, mundano,
siempre tranquilo, sin decir nada,
y todavía yacen las violetas en sus ojos
al llorar por un sueño que se fue lejano.
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