Acércate
a mi vera.
Háblame
con la caricia de tu ojos,
que
yo te lea.
Entierra
la simiente
de
un deseo que tropieza,
que
el rastro de savia ardiente
sean
las raíces de un presente
viviendo
el sin morir,
una
eternidad hecha de instantes
enraizando
sobre la tierra
guardada
entre sus hojas
mojadas
por las gotas más bellas.
Que
tus ramas iluminen
las
palabras que me ciegan,
donde
brotaron las letras
que
tu lengua regaló
a
los confines de mis riberas,
sombra
a sombra cubriste
a
enamorados de tu bosque
mojados
por el rocío de la sierra,
con
la pasión de los ecos
colmaste
el paso de las estaciones
acariciando
ventanas palaciegas.
Hoy
los rayos nos asaltan
con
nubes de un cielo enojado
haciendo
en tu casa la guerra,
te
desmoronaste inapetente
de
tu ancla, degollada
por
la furia de la bestia,
en
tu caída nos empujaste
y
de tinta te encorvaste
dejando
las raíces huecas.
Desnúdate
a mi lado.
Te
hablaré con la verdad de mis ojos,
lo
que tu quieras.
1 comentario:
Una eternidad hecha de instantes....es lo que queda cuando toca vivir de esos recuerdos que son para siempre, hasta la muerte.Tus poemas también serán eternos,bellos sentimientos los tuyos.
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